Ministra López endosa responsabilidad a conductores en Ruta N-59: "La ruta de los CONDUCTORES de la muerte" genera debate en Ñuble
En una jornada marcada por la sesión de la comisión de Obras Públicas en el Teatro Municipal de Chillán, la Ministra Jessica López, titular del Ministerio de Obras Públicas, realizó declaraciones contundentes que reabren el debate sobre la seguridad en la Ruta N-59, la conexión entre Chillán y Yungay. Conocida popularmente como "la ruta de la muerte" debido a la alarmante recurrencia de accidentes fatales, la Ministra López optó por una definición que traslada el foco de la responsabilidad: la calificó como "la ruta de los conductores de la muerte".
Esta afirmación de la máxima autoridad del MOP pone en relieve la perspectiva gubernamental respecto a las causas de los siniestros en esta conflictiva vía. Con 63,21 kilómetros de extensión, la N-59 presenta deficiencias estructurales documentadas, como curvas con radios de giro insuficientes, particularmente riesgosas para vehículos de alto tonelaje como camiones forestales y buses interurbanos, sumado a un deterioro significativo en el estado del pavimento.
"Tenemos un tema con la conducción en Chile en general, donde no se respeta la velocidad, en general en todo el país, no solo acá, pero acá también", señaló la Ministra López. Sus palabras, dirigidas a la conducta vial generalizada en el país, sugieren que la imprudencia al volante es un factor predominante, incluso en rutas que, según sus propias palabras, "no están con alto estándar, con doble vía". El llamado a los conductores es a la autoexigencia, más allá de las condiciones de la infraestructura.
La sesión, presidida por el diputado Felipe Camaño, tuvo como telón de fondo el persistente clamor ciudadano por mejoras en la N-59. Si bien la Ministra aseguró que se "seguimos avanzando en mejorar esa ruta", la carga principal de su mensaje recayó en la necesidad de un cambio cultural en la conducción.
Las declaraciones de la Ministra López, al apuntar directamente a los conductores como los agentes determinantes en la peligrosidad de la N-59, abren una discusión crucial: ¿hasta qué punto la responsabilidad recae en la imprudencia individual frente a la necesidad de inversión y mejoras sustanciales en una infraestructura que no da abasto?