¿Incumplió el protocolo diplomático?: crece la presión contra la embajadora de Chile en Nueva Zelanda

Un nuevo flanco se abrió para la embajadora de Chile en Nueva Zelanda, Manahi Pakarati, luego de una serie de declaraciones y publicaciones que reactivaron la controversia por sus referencias a la “autodeterminación” de Rapa Nui.

El episodio generó un rechazo transversal en el mundo político y llevó a parlamentarios, tanto del oficialismo como de la oposición, a exigir su salida del cargo. En paralelo, la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara citó al canciller Alberto van Klaveren para que entregue explicaciones.

La polémica se originó tras una publicación en redes sociales difundida durante el fin de semana, donde la embajadora compartió una imagen con la consigna “libre determinación para la nación de Rapa Nui”. A ello se sumó una entrevista concedida en septiembre a Radio New Zealand, en la que planteó la necesidad de avanzar hacia una forma de autogobierno, declaraciones que fueron interpretadas como contrarias a la posición oficial del Estado chileno.

Desde el Ejecutivo, el ministro del Interior, Álvaro Elizalde, confirmó que la diplomática fue reprendida por Cancillería, reconociendo ella misma el error y procediendo a eliminar las publicaciones. Sin embargo, persisten dudas respecto al cumplimiento del protocolo, ya que no está claro si solicitó autorización previa para la entrevista ni si remitió posteriormente el registro, tal como exige el reglamento del Ministerio de Relaciones Exteriores.

El ex canciller Alfredo Moreno fue enfático al señalar que los embajadores actúan como representantes directos del Presidente de la República y, por lo tanto, no pueden expresar opiniones personales en materias sensibles. A su juicio, lo ocurrido reviste gravedad, ya que las declaraciones de Pakarati contradicen explícitamente la postura del Estado chileno, lo que pone en cuestión su capacidad para seguir representando al país.

El caso también escaló al Congreso. Parlamentarios de distintas bancadas expresaron su preocupación y algunos solicitaron derechamente la destitución de la embajadora. Desde la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja se citó al canciller Van Klaveren para abordar la situación, aunque su presidenta, la diputada Coca Ñanco (FA), llamó a tratar el tema con “sentido de Estado” y sin sobrerreacciones.

Desde la oposición, el tono fue más duro. Diputados de la DC, PS, RN y Republicanos coincidieron en calificar el actuar de la embajadora como una falta grave, incompatible con el rol diplomático, advirtiendo que su permanencia en el cargo podría dañar la imagen y la política exterior de Chile. Incluso desde el Senado, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, Iván Moreira (UDI), pidió una sanción ejemplar, señalando que en diplomacia no hay espacio para “gustitos ideológicos”.

Mientras algunos parlamentarios oficialistas optaron por dejar la decisión en manos de Cancillería, el episodio sigue generando ruido político y presión sobre el Gobierno, que deberá resolver si la reprimenda cursada es suficiente o si el caso amerita una medida mayor.

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